Graziela

Algo tierno para esta fechas


OJITOS

Yo de pequeña era muy alocada, inquieta, de las que no paran de jugar. Nunca he tenido vocación, pero como mi madre y mi abuela fueron estupendas en su trabajo, se suponía que yo, llevando sus genes, también debería serlo.
Me sacaron de mi hogar y me introdujeron en una familia, que sería la encargada de educarme. Eran afectuosos y amables conmigo, aunque no dejaban de corregirme constantemente. Sin embargo, notaba que no querían encariñarse conmigo. Intentaban mantener cierta distancia y cuando yo me emocionaba con algo, lo que ocurría con mucha frecuencia, y me mostraba entusiasmada, besándoles, haciendo bailecitos o dando brincos, inmediatamente me tranquilizaban hasta que se me pasaban las alegrías. Poco a poco, me acostumbré a su forma de ser, a cómo funcionaban las cosas en la casa, a que yo no era el centro y a que todo tiene su momento. Gracias a ellos, fui creciendo y madurando, mi carácter se hizo más afable, y me convertí en un ser tranquilo, obediente y responsable, y cuando empecé a sentirme contenta en mi piel, sin los altibajos de algarabía y depresión más propios de la adolescencia, me empezaron a llevar a la escuela.
Allí conocí a compañeras estupendas, pero la educación era personalizada y apenas si teníamos actividades en grupo, así que no pude hacer grandes amistades. Estaba visto que esa iba a ser una constante en mi vida. La soledad.
Me enseñaron todo lo que consideraron que debería conocer. Además de controlar mis instintos más animales, podía moverme con facilidad por la ciudad. Respetar las normas de circulación; utilizar el transporte público; caminar entre la gente, como si fuera distraída y, sin embargo, pendiente en todo momento de adelantarme a posibles peligros.
Yo no conseguía ver un sentido a todas esas enseñanzas y tampoco resultaba especialmente divertido, pues tenía que mantenerme alerta en todo momento. Lo mejor del día era cuando me dejaban tiempo libre en el parque, que yo aprovechaba para correr como una loca por el césped, pero esos ratos de expansión cada vez resultaban más breves y controlados.
A veces, me sentía triste al ver cómo otros congéneres disfrutaban jugando y, libres de ataduras, se revolcaban por la hierba o chapoteaban en la fuente llenos de barro.
Mi vida cobró sentido el día en que me la presentaron. Tímidamente, comenzó a tocarme la cabeza; su mano suave se deslizaba por mi pelo, palpaba mis grandes orejas y me recorría el cuello. Con cuidado, sus dedos largos dibujaron los contornos de mis ojos, el morro y la nariz y vi que sonreía confiada mientras me acariciaba el lomo y tocaba mi rabo, que yo no dejaba de mover como un abanico. Me estaba reconociendo. Yo la identifiqué al instante. Era ella, Lucía. Toda mi vida había estado preparándome para ella.
Me llamó Ojitos y no Rita, como todos. En pocos meses nos hicimos íntimas amigas, inseparables. Ya casi no la veo llorar, está contenta, se le nota más segura y hasta ha empezado a maquillarse. En el parque hemos conocido a otra pareja como nosotras; él es muy agradable y yo tengo un olfato extraordinario para estas cosas. Nora y yo también nos llevamos bien, es gratificante compartir un rato con alguien que tiene el mismo trabajo, que te comprende y con la que te entiendes sin necesidad de decir nada. Se nota que ellos se gustan y como Lucia confía plenamente en mí, en cuento les veo a lo lejos la encamino hacia allí. Luego mientras hablan, Nora y yo echamos unas carreras y les dejamos solos un rato. Se ve que se están enamorando y yo disfruto viendo a mi chica feliz.



Etiquetas: edit post
4 Responses
  1. Arvikis Says:

    Muy bonito, el cariño que se puede tener a los animales
    es tan grande que manifiesta lo maravilloso de la creación, el amor solo necesita el lenguaje del corazón. Gracias a todos los animales que nos acompañaron y nos hicieron más humanos. FELIZ NAVIDAD
    Javier


  2. PILARA Says:

    Son monísimos los perritos guía y hacen una labor magnífica.
    Precioso relato. My bien, Ángela.


  3. Anónimo Says:

    ¡qué bonito, Graziela, qué bonito! Me ha encantado.
    Aprovecho para desearte Felices Fiestas para ti y para todos los tirados del folio.
    Besos,
    Maria


  4. Nines Says:

    Que dulce y que tierno, los animales dan todo por nosotros, su cariño su compañia, son un amor.
    Precioso. Felicidades.