UNA RARA ENFERMEDAD
Yo comía igual y ninguna otra parte
de mi cuerpo crecía, es más yo creo que las piernas se iban encogiendo, pues
los pantalones se doblaban sobre los zapatos. Las pruebas y analíticas no
arrojaron ninguna luz sobre mi problema, ni llegaron a aventurar ningún diagnostico
que explicara el hecho de que mis brazos se seguían alargando, es una rara
enfermedad que no tiene más síntomas.
Estaba muy preocupado y mi mujer
también, Claro que tenía sus ventajas, podía alcanzar cosas que estaban altas
sin necesidad de coger una banqueta para subirme y llegó un momento en que ponía
el chupete a mi hijo sin acercarme a la cuna, pero esto no me compensaba.
Sentía los brazos más pesados y
tenía que hacer mucho ejercicio para fortalecer la musculatura; mejoró mucho mi
brazada al nadar, aunque la piscina se me quedaba pequeña pues los largos se me
hacían cortos. Temía que con el peso de mis miembros superiores quedaran como
dos colgajos flácidos enganchados a mis hombros, aunque inevitablemente ese
momento ya ha llegado.
Me resulta muy difícil vestirme,
tengo que hacerme la ropa a medida y hemos ido cambiando la posición de los
bolsillos que pronto se me quedaban descolgados y han pasado de la cadera a las rodillas y de los
costados, a la espalda, para volver a situarse en el lugar que ocupan para
cualquier persona. Afortunadamente, las piernas solo se me redujeron un poco al
principio, perdiendo algo de estatura, que he sabido compensar con la largura
de mis brazos.
No quiero convertirme en una
atracción de feria. Ya sé que no tiene solución, no pueden operarme, salvo
amputación y mientras me planteo los pros y los contras aprovecho para
utilizarlos a modo de bufanda y así al menos me quitan el frío.