Graziela

 



UNA RARA ENFERMEDAD

             Tras cinco años de crecimiento continuo de mis brazos, he decidido usarlos como bufanda.  No ha sido fácil tomar esta decisión. Al principio no resultó algo tan incomodo, es cierto que me costó hasta darme cuenta, pues era verano. Me empecé a percatar del inusitado alargamiento cuando llegó el frió y las mangas de las camisas y los jerséis cada vez me resultaban más cortas y no era cuestión de que todas ellas encogieran. Llegado el momento de usar prendas de abrigo ya me quedaban al aire las muñecas y sentía un frió tremendo, entonces decidí consultar con el médico aquella anomalía que iba en aumento.

            Yo comía igual y ninguna otra parte de mi cuerpo crecía, es más yo creo que las piernas se iban encogiendo, pues los pantalones se doblaban sobre los zapatos. Las pruebas y analíticas no arrojaron ninguna luz sobre mi problema, ni llegaron a aventurar ningún diagnostico que explicara el hecho de que mis brazos se seguían alargando, es una rara enfermedad que no tiene más síntomas.

            Estaba muy preocupado y mi mujer también, Claro que tenía sus ventajas, podía alcanzar cosas que estaban altas sin necesidad de coger una banqueta para subirme y llegó un momento en que ponía el chupete a mi hijo sin acercarme a la cuna, pero esto no me compensaba.

            Sentía los brazos más pesados y tenía que hacer mucho ejercicio para fortalecer la musculatura; mejoró mucho mi brazada al nadar, aunque la piscina se me quedaba pequeña pues los largos se me hacían cortos. Temía que con el peso de mis miembros superiores quedaran como dos colgajos flácidos enganchados a mis hombros, aunque inevitablemente ese momento ya ha llegado.

            Me resulta muy difícil vestirme, tengo que hacerme la ropa a medida y hemos ido cambiando la posición de los bolsillos que pronto se me quedaban descolgados y  han pasado de la cadera a las rodillas y de los costados, a la espalda, para volver a situarse en el lugar que ocupan para cualquier persona. Afortunadamente, las piernas solo se me redujeron un poco al principio, perdiendo algo de estatura, que he sabido compensar con la largura de mis brazos.

          No quiero convertirme en una atracción de feria. Ya sé que no tiene solución, no pueden operarme, salvo amputación y mientras me planteo los pros y los contras aprovecho para utilizarlos a modo de bufanda y así al menos  me quitan el frío.