Graziela
En esta ocasión no voy a contaros un cuento, ni a mostraros imágenes de mis vacaciones o un paseo por la ciudad, quiero compartir con vosotros un libro que he leído y me ha parecido muy interesante y en cierto modo impactante, recomendando su atenta lectura.
Empezaré recordando estas palabras (que aparecen en "La biología de la creencia") de un hombre ejemplar, en el que ojala nos miráramos un poco todos, aunque fuera de vez en cuando, para tratar de imitar su forma de ver la vida y de luchar por ella.

Mahatma Gandhi dijo:

Tus creencias se convierten en tus pensamientos.

Tus pensamientos se conviertes en tus palabras,

tus palabras se convierten en tus actos,

tus actos se concierte en tus hábitos,

tus hábitos se convierten en tus valores,

tus valores se convierten en tu destino.


LA BIOLOGÍA DE LA CREENCIA.

La liberación del poder de la conciencia, la materia y los milagros.

Dr. Bruce H. Lipton.

Ed. La esfera de los libros.


En este libro se muestra una innovadora visión de la biología. Su autor es un prestigioso biólogo celular que con un lenguaje asequible, ilustraciones, ejemplos y humor explica que los genes y el ADN no controlan nuestra biología, sino que son las señales procedentes de los medios externos a la célula los que controlan el ADN, destacando que los pensamientos, positivo y negativos son los que envían poderosos mensajes que tienen su efecto en nuestro cuerpo.
Lo más importante es que si cambiamos nuestra forma de pensar, también ayudaremos a cambiar nuestro cuerpo y mejorar nuestra salud.
Graziela
FRENTE AL MAR

Las olas lamían la arena dócilmente con el dulce rumor del agua, mientras, la brisa suave me acariciaba. Llevaba horas en la playa, sentada, con los ojos fijos en el mar. Me sentía incapaz de moverme mientras mi mente se iba relajando en el azul de aquel atardecer único.

Había sido una estupidez dejarme llevar por aquel irrefrenable impulso. Huir, no me conducía a nada, solo podría sembrar temor entre los que aún se preocupaban por mí. Mis problemas no me perseguían, por muy lejos que consiguiera llegar, ellos seguirían estando allí, me acompañaban, iban conmigo.

Por fin, después de mucho tiempo era capaz de pensar con claridad, con una nitidez como nunca lo había hecho. Era sorprendente, casi increíble que yo sola en medio de una playa desierta pudiera al fin darme cuenta del conflicto que mantenía conmigo misma.

No debía seguir así, tal vez esto era lo que necesitaba para comprender que había llegado el momento de sentar la cabeza de una vez. Estaba segura que al principio para mi padre enterarse de mi nueva situación sería un duro golpe, pero también sabía que una vez repuesto del primer impacto, me apoyaría, como siempre hacía.

Nunca se lo había dicho y le había hecho sufrir muchísimo, pero le quería. Creo que por esta vez aceptaría de buen grado su ofrecimiento. Estaba decidida a recuperarme, a someterme al tratamiento de desintoxicación que una y otra vez no se cansaba de proponerme.

Hay clínicas especializadas, médicos, enfermeras y psicólogos dispuesto ayudarte a conseguir que superes esto, es una lacra que va a terminar contigo, tu no puedes hacerlo sola, me repetía machaconamente en cuanto tenía ocasión.

Ahora se que podré afrontar cualquier cosa, quiero cambiar, no sólo por mí, sino por ti, no deseo que sufras daño alguno, bastante tenemos con no saber quien es tu padre, y además, no quiero que pases por lo que yo pase. Te prometo que nunca sabrás lo que es tener una madre alcohólica.

Caminando muy despacio noto como mis pies se hunden en la arena húmeda. El mar parece escucharme, el sol casi se ha ocultado existiendo aún una extraña claridad que lo envuelve todo.

Está subiendo la marea, me vuelvo a contemplar mis huellas, en el mismo instante una ola silenciosa extiende su mano borrando mis pasos. Creo que ha llegado el momento de regresar, tengo que volver a empezar.


Graziela

EL FINAL

- Es terrible, desolador... pero esto se veía venir. La destrucción continuada de nuestro medio ambiente, el invento del cambio climático para justificar tanta barbarie anti-ecológica, los conflictos armados que se extendían cada vez a más territorios y la crisis, la dichosa crisis de los últimos años. Esto creo que fue el gran desencadenante de todo, el sunami que desbordó el océano.

- Estoy totalmente de acuerdo con usted.

-Cuando todo está tan mal parece necesario que se produzca un cambio radical, una ruptura que termine con lo establecido y en estos casos las guerras son lo único que hace avanzar el mundo. Vivíamos en una gran mentira, el pueblo no se enteraba de nada, los que estábamos en los gobiernos nos encargábamos de maquillar, enmascarar y ocultar al precio que fuera la verdad. Esa verdad en la que sólo primaban los intereses económicos y el poder, daba igual el precio de vidas humanas que pudiera implicar. Las personas no tenían valor, la población era una masa demasiado grande, amorfa y burda. Nosotros no podíamos considerarnos responsables de ella. Teníamos una misión, un deber que cumplir y las pérdidas humanas estaban asumidas de antemano.

No pudimos calcular que los otros precipitaran el final y que casi toda la humanidad sucumbiera bajo aquel invento que en las manos inadecuadas podía suponer un exterminio casi total de los hombre.

La gran amenaza salió de oriente y salpicó todo el planeta. Suerte que nosotros ya sabíamos que existía vida en otros planetas y que llegado el momento los extraterrestes impedirían que desapareciera la raza humana. Llevábamos años manteniendo contactos con ellos. Una civilización mucho más avanzada que la nuestra que nos advirtió de que la hecatombe planeaba ya sobre nuestras cabezas. No eran esos hombrecillos verdes de figura estilizada y sin pelo que aparecían en las películas. Adquirían una imagen similar a la nuestra y se encontraban entre nosotros. Lo sabíamos hacía tiempo, pero no se podía hacer público. La gente asustada no se puede controlar y siempre han existido muchos visionarios dispuestos a jurar y perjurar que habían participado en encuentros extraterrestres, que un general del mundo interestelar nos visitaría en una fecha concreta para aleccionarnos y ayudarnos, creando grandes expectativas. No podíamos tolerar que conocieran el verdadero alcance de las incursiones.

Empezaron los atentados contra Estados Unidos, luego se fueron extendiendo por Europa, América Central y del Sur. Asía y África cruzaban ofensivas hasta que todo se les fue de las manos y nos vimos inmersos en un apocalipsis. Solo los más próximos al poder, los ricos y dirigentes de los gobiernos pudimos salvarnos, los únicos que teníamos medios para conseguir evadir un ataque nuclear masivo. Aunque ahora tengamos que permanecer aquí encerrados, viviendo bajo tierra como alimañas hasta que la amenaza desaparezca o vengan a rescatarnos de otro mundo.

­- Señor X, acompañeme, es hora de acostarse.

­ -¿Dónde me lleva? ¿Quién es usted?

­ -Soy Jon, su enfermero. Ahora le daré una pastilla y podrá dormir tranquilo todo la noche, como todos los días. Mañana es jueves, día de visita y vendrá su hija a verle. ¿No querrá estar cansado para recibirla?

­ -No quiero que me drogue, tengo que estar alerta por si vienen a buscarme.

­ -Tranquilícese o tendré que ponerle las correas. Nadie vendrá a rescatarle esta noche y mañana podrá volver a imaginar el fin del mundo.


(Publicado en la Revista Literaria Papirando)

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