Graziela


SU MEJOR PAPEL

            A medida que crecía su fama aumentaban sus manías, supersticiones, miedos, y también las exigencias que imponía en los contratos: no rodaba el 13 si era martes, no se pondría ropa amarilla nunca, tampoco protagonizaría la muerte violenta de ninguno de sus personajes.
            Había conseguido convertirse en una estrella, una diva admirada, consentida por directores y productores, que toleraban sus extravagancias.
            Le ofrecieron el papel de su vida, con inmejorables condiciones económicas. Nadie tuvo que convencerla para aceptarlo, aunque le preocupaba el final. Morir degollada la inquietaba, la producía pesadillas. Convino con el director que la última escena la rodarían con su doble.
            La noche del estreno Ella estaba bellísima, era el centro de todas las miradas y bajo la luz de los focos su gargantilla de brillantes centelleaba. El éxito de la película sobrepasó todas las expectativas y algunos ya hablaban de su nominación a los Oscar. Antes del cóctel se ausentó para retocar su maquillaje y su ausencia se prolongó más de lo esperado.
            Al día siguiente su rostro ocupaba la portada de todos los diarios. Había sido encontrada en los servicios, con un profundo corte en el cuello y sin su gargantilla.