Graziela
EN ESTAS FECHAS NAVIDEÑAS EN VEZ DE UNA NOCHE DE PAZ, QUIERO DESEAROS QUE PODÁIS MANTENER LA PAZ INTERIOR TODAS LAS NOCHES, QUE CADA DÍA ENCONTRÉIS ALGÚN MOTIVO PARA SONREÍR, QUE VEÁIS EL AMOR A VUESTRO ALREDEDOR, QUE DISFRUTÉIS DE LAS PEQUEÑAS COSAS PARA SER FELICES; QUE NO PERDÁIS LA CAPACIDAD DE EMOCIONAROS Y QUE SOLO LLORÉIS DE ALEGRÍA.
Y ESPERO QUE EL 2011, TODO SEA MEJOR PARA VOSOTROS.

BESITOS DE ESPUMILLÓN, MAZAPANES Y TURRÓN

GRAZIELA

Graziela

















Como ya sabéis que me encantan las flores, en esta ocasión no voy a ofreceros cuentos, sino imágenes de orquídeas tomadas en una exposición que se ha celebrado el domingo pasado en la rosaleda del Parque del Oeste. Espero que os alegren la vista, aunque las fotos no son muy buenas.





















Graziela

INVISIBLE

Hacía tiempo que tenía la desagradable sensación de haberme convertido en un ser invisible. La figura de Marta, mi mujer, me eclipsaba casi totalmente y me acostumbre a forma parte de su sombra, a trabajar para su éxito sin ningún reconocimiento a mi labor, pese a que todos sabían que una parte importante de su carrera se apoyaba en mi trabajo. Me alimentaba de sus logros, sin embargo un sabor amargo me venía a la boca y me recorría entero cuando en las recepciones pasaba desapercibido a su lado, oscurecido bajo el brillo de sus joyas, el color de su maquillaje perfecto, su modelo de diseño y su eterna sonrisa; algunos ni se dignaban a saludarme pasando ante mí sin verme, sin que ella hiciera nada por evitarlo, aunque se diera cuenta, o tal vez ni siquiera lo notara. Marta era la protagonista absoluta y yo su compañero perfecto, de apariencia discreta y anodina, como una tenue presencia que apoya y acompaña. Estaba cansado de los desplantes de todos, de no ser considerado, de sentirme menos que nada en aquel mundo que cada vez me resultaba más ajeno.


Decidí cambiar cuando conocí a Beatriz, ella era entonces el complemento perfecto de un político nuevo en la gran pista de aquel circo en el que ambos nos movíamos, al son que tocaban nuestras respectivas parejas. Dejé de formar parte del patio de butacas de los múltiples eventos que protagonizaba mi mujer, de acompañarla a los estrenos, de preparar sus discursos, sus intervenciones para la prensa. Aunque al principio no parecieron importarle mis ausencias y mi falta de entrega, con el tiempo fue perdiendo su seguridad y empezó un lento declive. Yo mientras profundizaba en mi incipiente relación con la estupenda señora del político de turno, hasta que nos hicimos íntimos y decidimos divorciarnos de nuestros respectivos cónyuges.


Con los beneficios económicos obtenidos al terminar con nuestros matrimonios, ¡alguna ventaja tendría que reportarme ser tan buen abogado! hemos comprado una finca, y nos dedicamos a la cría de caballos, que son bastante más cariñosos y agradecidos que la mayoría de nuestros antiguos conocidos y por supuesto que nuestras parejas. Alejados de los focos hemos dejado de ser invisibles y la sensación es muy gratificante, aunque nos guste pasar desapercibidos.