Graziela


LA MENTIRA

             Al extenderme la crema noté el abultamiento de la cicatriz y mi memoria me llevó directamente a la casona de los abuelos, donde mis hermanos y yo pasábamos las vacaciones. Evoqué aquellos veranos: el olor petricor tras el orvallo, el sabor a canela del delicioso arroz con leche recién ordeñada,  los baños en el río, el aire fresco y el suave sol en la piel mientras nos secábamos tendidos sobre el verde... Escuché de nuevo la voz ronca del abuelo, advirtiéndonos –no juguéis por aquí que estamos trabajando en el tejado y os podéis hacer daño– ¡que traviesos éramos...! En cuanto le veíamos subirse a la escalera o desaparecer, corríamos como conejos espantados, persiguiéndonos alrededor de la casa, sorteando los montones de arena, las herramientas, la carretilla... Yo era la pequeña, me escondí detrás de las tejas, y cuando quise salir atropelladamente para salvarme,  me caí sobre una que estaba rota. El borde afilado se me clavó la pierna, entró en la carne como si fuera mantequilla. Al ver la sangre empecé a gritar como loca. Todos estaban a mi alrededor y yo creía que me iba a morir del dolor.
            –Hay que llevarla al hospital, tiene un buen corte. Tendrán que coserla– sentenció la abuela al ver que no se paraba la hemorragia.  Recuerdo que al escucharla los ojos se me salían de la cara.
            –¡Si no fuerais tan desobedientes...! Tendría que daros una azotaina a vosotros,  los mayores. –dijo el abuelo cogiéndome en brazos, tras envolverme la pierna en una toalla.
            La dichosa herida no curó bien; se infectó, tuvieron que abrírmela, mandarme antibióticos y llevarme a la enfermera muchos días. Allí debió nacer mi vocación. ¡Con el miedo que me daba la sangre...! y mira, todo el día con la aguja en la mano y entre enfermos. 
            Recordando me quedé helada. En la radio empezó a sonar "la mentira". Me encantaba ese bolero. Al repetir la letra:
                        "Se te olvida,
                        que me quieres a pesar de lo dices
                        pues llevamos en el ama cicatrices
                        Imposibles de borrar..."
            Con tristeza pensé, que no todo ocurre por desobedecer cuando eres niño, ni todas las heridas me habían dejado una fea cicatriz como aquella. Ojala fuera tan simple la vida. La que realmente me dolía y nunca terminaría de curar no estaba visible, era de esas que te rompe por dentro.
                        "Pues llevamos en el alma cicatrices
                        Imposibles de borrar.
                        Se te olvida
                        ..."
            Todo mi universo giraba en torno a él. Trabajar para los dos, dejarme el sueño en guardias para conseguir más dinero y alcanzará sus sueños, que eran los míos; que él pudiera seguir estudiando,  formarse con los mejores, hasta ser el más preparado. Luego llegaron los congresos y me fue dejando atrás, como sus promesas. Mi vida había sido una gran mentira.
                        "Y hoy resulta
                        que no soy de la estatura de tu vida
                        Y al dejarme casi casi se te olvida
                        que hay un pacto entre los dos.
                        Por mi parte
                        te devuelvo tu promesa de adorarme
                        Ni siquiera sientas pena por dejarme
                        que ese pacto no es con dios"

LA MENTIRA   Pincha aquí si quieres escuchar la canción.
Graziela


Graziela

Como no todo va a ser escribir y ya sabéis que otra de mis pasiones es la pintura, es un placer para mi invitaros a la inauguración de la exposición organizada por la Asociación Nacional de Artistas Carmen Holguera, en la que participo.
  El próximo lunes días 5 de febrero, a las 19,00 horas os espero en la Calle Arroyo Belincoso, 9
de Madrid (metro Vinateros;Bus, 30, 32, 71 y 113). 
Ofreceremos una copa de bienvenida.