TRADICIONES FAMILIARES
Me
sigo considerando hinduista, y procuro seguir los preceptos de mi religión, sin embargo, no podía renunciar al amor que
sentía por Sophi para casarme con una completa desconocida. No es que me
considere europeo ni reniegue de mis raíces, aunque reconozco que vivir otras
culturas y dejar un poco atrás las tradiciones de mi país me ha ido alejando
poco a poco más de los míos.
La
noticia fue inesperada e impactante. Mi padre siempre gozó de buena salud,
aunque eso no te salva de sufrir un accidente que te arranque la vida de cuajo.
Nos
costó encontrar vuelo para volver y encargarme de todo, como habría sido su deseo. Baba siempre quiso descansar en la ciudad más
antigua del mundo, Varanasi, y que sus cenizas fueran vertidas al río Ganges,
para conseguir así su salvación. Era mi deber
hacer lo posible para que así fuera.
Aquí
no se utilizan cajas para introducir a los cadáveres y como vivíamos en una
pequeña ciudad y teníamos que transportar el cuerpo de mi padre hasta la gran
urbe, un primo mío se comprometió a hacerlo en su todoterreno. Lo envolvimos en
bonitos paños; nos supuso un gran esfuerzo subirlo y asegurarlo a la vaca del
vehículo, pues baba era un hombre robusto y pesaba lo suyo.
El viaje me resultó extraño, no estaba acostumbrado ya al tráfico infernal, el ruido de los pitidos y cláxones constantes me aturdía. Cuando llegamos a la ciudad, aun nos quedaba un penoso recorrido por las estrechas callejuelas enfangadas y oscuras hasta llegar al ghats para realizar la cremación. Yo me había afeitado la parte frontal de la cabeza, al igual que otros familiares, en señal de duelo. Lo hice sin pensar y sin valorar las explicaciones que tendría que dar por mi aspecto al reincorporarme al trabajo en Londres. Sería más cómodo raparme totalmente al volver, así llamaré menos la atención, además, tengo buen pelo y crecerá pronto.
Trajeron
la leña y formaron la pira funeraria; situamos el cuerpo de baba sobre ella,
después, cubriéndolo con otras telas se siguió colocando más leña encima. En mi
familia teníamos medios como para pagar toda la necesaria hasta que el cadáver
quedara totalmente reducido a cenizas. Fue un proceso largo. Nunca conseguiré
olvidar aquel olor que impregnaba mis ropas y mi piel, así como ese humo denso
tras el fuego, que lo invadía todo robándome el aire y empañándome la vista.

Después,
tiramos las cenizas al río con gratitud, terminando así el ritual.
Deseaba
volver al hotel, ducharme, cambiarme de ropa y encontrarme con mi chica, mi
consuelo, mi amor.
Lo
había decidido, sabía que no era el mejor momento para hacer las
presentaciones. Estaba cansado de sentirme un hipócrita al no ser capaz de contarles
que me había casado en secreto; fue una ceremonia íntima en la que solo
participaron un par de amigos. Lo celebramos con un buen brunch y después los
cuatros regresamos a nuestros respectivos trabajos. Nada que ver con las bodas
de aquí. Se habrían escandalizado y sentido traicionados.
Reconozco
que soy cobarde, no me atreví a presentársela a mis padres, pues temía que si maa no la consideraba apta para ser mi
esposa dudo que yo fuera capaz de contrariarla. Las cosas tienen que cambiar,
aunque siento que baba no esté, hoy conocerán a Sophi.









