Graziela

 


 NADA ES PERFECTO

Tanta felicidad a veces me daba miedo. Mi mujer y yo supimos crear nuestro propio paraíso, ciegos de amor. No vimos ninguna marca o señal de lo que estaba por venir, no había luces rojas que avisaran de un peligro, todo iba bien y parecía perfecto.
El tiempo se detuvo, con mi temblor ante las palabras del doctor. Nos dejó helados, no se trataba de un espejismo
Me siento inmensamente afortunado porque ellos están a mi lado; mis mellizos son mi mayor bendición. Ahora somos tres, como siempre soñamos ella y yo, sin embargo, no puedo dejar de ver a su madre en los ojos de Lucía, ni en la sonrisa de Samuel. Y me duele el alma al pensar que para que ellos estén hoy conmigo ella tuvo que dejarnos.
 

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1 Response
  1. tafpilar Says:

    Una alegría que conlleva una carga de tristeza