Graziela

 





LA MUJER DE LA OTRA ESCALERA


            Yo tuve la culpa. Algo raro ocurría en aquella casa. Las agradables palabras de la vecina, cuando nos cruzábamos, mis encuentros en el mercado con su marido, que decía buscar algo para sorprenderla: “melocotones que le encantan, unos girasoles”. Alguien tan obsequioso no parecía capaz de cometer una infamia al llegar a casa. 

            No parecían tan sentimentales y amorosas las broncas, portazos o insultos, que los oía por el patio.

            La policía llamó a mi puerta. Encontraron muerta a la vecina de la otra escalera. Con temblor de piernas les conté lo que sabía. Ella nunca tenía marcas de golpes.

            No creía que un hombre tan atento fuera capaz de cometer el crimen, pero le detuvieron.

            Un señor visiblemente afectado colocó un tulipán rojo sobre el ataúd.  Le recordé, siempre con la maleta. Es el marido, me dijo la cotilla del bajo.  ¿Su marido?


(Micro del juego del verano Sol-Mar 2020)