Graziela


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Después de horas al volante atravesando Extremadura, me llamó la atención ver desde la carretera, en letras enormes pintadas sobre la fachada de una nave industrial, “Semilleros de empresas” y mientras conducía, esas palabras seguía revoloteando como alegres mariposas por mi mente que les buscaba sentido, intentando ocuparse de algo más que del asfalto y las rayas de la autovía. ¿Y si vendieran semillas de empresa? Sería fantástico, y tan fácil: las siembras con mucho mimo, las riegas y abonas, y florecen preciosas empresas, una solución ideal para tiempos de crisis. Pensé. Pero no podría ser tan sencillo. Tal vez era algo más simple y lógico. Pero… ¿el qué?

Cansados de tanto coche, media hora después paramos a tomar un café, estirar las piernas y airearnos un poco, y otro anunció me saltó a la vista. En un enorme corcho al fondo del local había un cartel sobre un folio blanco que rezaba “SE VENDEN VACAS CON DERECHO” y aquello ya me hizo reír; comentamos qué clase de derechos tendrían las vacas que vendían. ¿Sería el obsoleto derecho de pernada con el vaquero afortunado? ¡Qué barbaridad! Tantos kilómetros me hacen desbarrar. Lo mismo eran vacas letradas y habían ido a la universidad consiguiendo licenciarse, incluso podría haberlas especialistas en derecho civil, penal, laboral, internacional o vaya usted a saber; esto podría ser tema para un cuento. Salimos del bar riendo de nuestras tonterías y al ver unas cuantas frisonas paciendo nada más volver a tomar la carretera, las miré con más atención por si se trataba de algunas de esas vacas universitarias y portaban sus libros, o estaban estudiando, pero no, sólo eran vacas comunes, no se si con o sin derechos, pues parecían normales, aunque me dio la sensación de que estaban muy concentradas, lo mismo estaban repasando derecho romano...
En cuanto llegue a casa buscaré en Internet algo que consiga explicar el dichoso derecho vacuno, pensé. No me hizo falta navegar para averiguar de qué se trataba. Nada más llegar a Madrid, sonó el teléfono. Era mi padrino, que es de Extremadura y sabe mucho y sobre todo de lo que pasa en aquellas tierras, y al comentarle nuestro viaje y lo que me habían sorprendido los anuncios el se prestó a explicármelo inmediatamente, riendo abiertamente de mi ocurrencia y supongo que no sin dejar de pensar que el tiempo metida en el coche me había empezado a afectar a la mente.
Al parecer los Semilleros de Empresa son unas naves industriales que la Junta de Extremadura presta a nuevas pequeñas o medianas empresas para que puedan desarrollar sus actividades, utilizándolas como oficinas u almacenes.
Respecto a las vacas, seguramente el anuncio no se veía entero pues lo que se venden son “vacas con derechos”, y al parecer vale mucho más una vaca con derechos que una sin ellos, como es lógico, ya que esto supone que se puede cobrar por ella la ayuda de la Comunidad Europea. Da igual que se trate de una vaca famélica, que no de ni gota de leche, o sea más vieja que una tortuga y solo pueda proporcionar carne correosa y seca, pues lo realmente importante y valioso es que tenga “derechos” proporcionando así pingues beneficios a su propietario, gracias a la ayuda comunitaria.
Lo que es no saber, he visto que hasta se pueden comprar las vacas nodrizas o limusinas con derechos por Internet… ¡Qué desilusión! Al final lo que prima son los intereses y el dinero.
Etiquetas: edit post
3 Responses
  1. PILARA Says:

    Pues sí, era más divertida la incognita que la mercantil solución.
    ¡Qué pena, con lo monas que estarían las vacas con uniforme de colegio!


  2. Cruz Says:

    No sólo me he reído, sino que además he aprendido, mil gracias


  3. Anónimo Says:

    lo que tiene no ser de pueblo! anda, capitalina!