Graziela

          Sí, ya sé que todos empezamos a estar  cansados del confinamiento que se sigue prolongando más de lo deseado.  Y es que tantos días en casa, sin poder salir van dejando huella en nosotros, haciendo mella y sumiéndonos en una especie de tedio y desanimo, a los que no podemos rendirnos.
            También yo, de  vez en cuando, me encuentro pensando en lo que está sucediendo, sin que pueda hacer  nada, o en lo que me estoy perdiendo por tener que permanecer aquí. He asistido a través de la pantalla a esos primeros intentos de gateo de Pilar; Iune se ha soltado a hablar y mi ahijada se ríe a carcajadas, y me siento afortunada.
            No he podido abrazar a mis amigas por sus respectivas perdidas, ni siquiera mandarles unas flores con mis condolencias, aunque con el corazón me sienta cerca de ellas.
        Sin embargo, no es momento para  lamentaciones ni criticas. Tenemos que mantenernos centrados, cargados de energía y fuertes física y mentalmente, cuidarnos y mimarnos, para afrontar estos días y los que están por venir. Sentirnos activos, tener la mente ocupada, aunque cueste. Elegir ocupaciones que nos relajen, que nos hagan disfrutar. Es tiempo de hacer espacio en casa, reorganizar y limpiar, pues como es fuera, es dentro, y tirar papeles o hacer orden, es también una forma de trabajarnos.
        La clave está es la resiliencia, en activar esa capacidad de adaptación que tenemos. Dejemos de mirarnos el ombligo, y comparecernos. Esto es una prueba para todos, para los que han seguido trabajando y exponiéndose, para los que han contraído y desarrollado la enfermedad, para los que luchan por superarla y sobre todo, para los que han tenido una perdida en estos tiempos de aislamiento, en los no podemos acompañar a los que queremos.
             Aunque besos y abrazos fuera de casa están vetados de momento, con una simple mirada desde la pantalla, por la ventana o escuchar una voz cariñosa al otro lado de la línea nos sentimos reconfortados y con las emociones a flor de piel.
         Veamos las oportunidades que esta época extraña nos brinda. Supongo que los que tenéis niños apreciaréis más la labor de los profesores estas semanas. Estoy segura de que nunca habríais soñado disfrutar de vuestros pequeños tantas horas seguidas, sin ser vacaciones, aunque a veces resulten demasiado intensos. Para ellos también es una prueba.
           Los días grises tienen su belleza y la lluvia es un regalo que disfrutamos detrás de los cristales. Cuando luce el sol, nos alegra y recibimos su caricia, como gatos ociosos.
             Es buen momento para practicar la atención plena y mantenernos en el ahora. Cada día tiene su afán y  mañana ya veremos.
             Mientras esto pasa, que también pasara, busquemos un motivo, por pequeño que sea, para ilusionarnos, y disfrutemos todo lo podamos.
              Yo pinto flores y hago mariposas para adornar mi ventana, al fin y al cabo, sigue siendo primavera.
           
           





1 Response
  1. Precioso mensaje. Siempre deseamos tiempo para nosotros, ahora tenemos demasiado y muchas veces no sabemos que hacer, es una oportunidad, como tú dices para la la atención plena.