Graziela

LIUBLIANA (Eslovenia)

La República de Eslovenia tiene aproximadamente 20.000 kilómetros cuadrados y más de dos millones de habitantes.

Se encuentra en Europa central y es miembro de la Unión Europea. Tiene fronteras con Italia, el mar Adriático, Austria, Hungría y Croacia.
El 60% del país son bosques.
Sus habitantes son eslavos y hablan el esloveno. Según nuestra guía son gente muy trabajadora, tal vez eso influye para hacer de ella el país más rico de Yugoslavia.
Dentro de su población, el 90% son católicos, aunque menos practicantes que los croatas.
Es un país muy centralizado en su capital Liubliana, que además, es la ciudad más poblada.
Hay dos minorías históricas: italianos y húngaros.
Eran parte de imperio Austro-húngaro y se independizaron de Yugoslavia en el año 1991, tras un conflicto armado "la guerra de los diez días".

El color de la capital es el verde y el símbolo un dragón.

En la ciudad nos esperaba nuestra guía local, Ana, una mujer joven, alegre y muy simpática que nos mostró lo más interesante de Liubliana. Recorrimos una calle de edificios señoriales que desemboca en la plaza más emblemática de la capital.

Estatua del poeta Preseren.

La primera parada fue en la Plaza Preseren. La más famosa y concurrida de la ciudad, donde dan comienzo la mayoría de los tours. Está junto al río Liublianica con su famoso Triple Puente, obra de Plecnik, y conocida por la imagen de la fachada barroca de   la Iglesia Franciscana de la Anunciación.


Art Nouveau

Circulo de la lluvia




Paseamos por los puentes sobre el río de los siete nombres, pues aparece y desaparece y cada vez le ponen un  nuevo nombre. Contemplamos las
vistas desde cada uno de ellos, escuchando las explicaciones de nuestra guía: leyendas, curiosidades, historia...
El Puente de los Dragones  es el emblema y símbolo de la ciudad.









Mercadillo, desde el que se ve la torre de la catedral.





El Mercadillo ofrece productos de cultivo biológico, artesanía de la zona, comida preparada y flores, una calle llena de flores. Caminar entre la gran variedad de colores y aromas estimula los sentidos.
Es el punto de reunión para los habitantes de la ciudad y los que se acercan desde otros lugares para hacer la compra semanal de verduras, frutas,  legumbres, pasta, etc. y disfrutar de las terrazas en las que ofrecen un amplia oferta culinaria. Parece que los precios son algo más caros que los del mercado normal, sin embargo, lo pagan gustosos pues así ayudan a la economía de los agricultores que ofrecen productos más sanos.











También hay una lonja de pescado justo enfrente.








Puerta de la catedral de San Nicolás.

Las abejas grises,  son las que se cría en esta zona y en el mercadillo se compra su miel, panales, propoleo, cera, cosméticos, y dicen que son productos muy valorados por sus propiedades beneficiosas para la salud. 


Calle comercial, zona compras y conocidas marcas, algunas españolas, por las que paseamos en busca de un bañador, pues ver el mar tan precioso, con esas aguas de azul intenso que invitaban a probarlas y no poder hacerlo era un verdadero tormento y no queríamos resignarnos.











Interior del Ayuntamiento



Fachada del Ayuntamiento. Vimos dos soldados ataviados con trajes antiguos que salieron al balcón a tocar sus trompetas a las 12.00 h.



Pasear por sus calles resulta una delicia: tranquilas, animadas, salpicadas de originales tiendas, con bonitos escaparates y fachadas. La gente es amable y sonriente.




Y después de probar el chocolate, producto típico de esta zona, con sal, con nuez, etc. Disfrutar de las vistas del río y sufrir el calor, que con tanto por ver casi pasaba desapercibido dejamos la ciudad, una de las que más me han gustado de todo el viaje.

Comimos en un restaurante a las afueras de la ciudad, bastante bien. Y al terminar pasamos por los aseos para cambiarnos de ropa, pues la visita de por la tarde era a Las Cuevas de Postojna, en las que la temperatura es constante, en invierno y verano de 10 grados, aproximadamente.

               CUEVAS DE POSTOJNA



Las cuevas de Postojna era una visita opcional a la que no dudamos en apuntarnos, aunque el contraste de temperatura entre fuera de ellas y su interior impresionaba.

Dentro hacía tanto frío que alquilaban abrigos en la puerta, aunque yo me limité a ponerme varias camisetas, el único jersey que había en la maleta, el chubasquero y un chal para el cuello, que fue imprescindible en muchos momentos de la visita.

Es la cueva más grande la región del Carso y si queréis conocer su historia podéis leer la mucha información que existe al respecto.
Las cuevas que tienen 21 km de galerías, de los cuales la primera parte se realiza en un tren eléctrico, en el que notas como el frío te va calando hasta los huesos, y el resto se realiza a pie. Están muy bien iluminadas y los paseos perfectamente delimitados, además cuentas con la ayuda de un audio-guía que resulta muy eficaz. Se nota que son las cuevas más visitadas de Europa, pues tienen detalles para comodidad de los visitantes de los que otras adolecen, como que el suelo tiene imprimación antideslizante y no corres el riesgo de resbalar pese a la humedad. La visita, de unos 90´ es muy interesante.

Las estalactitas y las estalagmitas impresionan, hay galerías, enormes como palacios;  las formaciones según la zona no deja de sorprender. Hay lugares donde la filtración es tan delicada que consiguen formas tan delgadas como espaguetis o fideos.

Es un lugar que me gustó recorrer en silencio, escuchando retumbar los pasos, deteniéndome a observar detalles, no solo los señalados, recónditos o verdaderas columnas que bajan desde el techo a muchos metros de altura; son como enormes salas. En ellas te sientes tan pequeña, sobre todo al contemplar las formaciones que la naturaleza y el tiempo han conseguido hacer.

Las cuevas esconden un tesoro, el Proteus, más conocido como pez humano, aunque parece más un anfibio. Es bastante raro y solo vive en esta parte del mundo. Tiene un color rosado, y es ciego al no ver nunca la luz. Pueden vivir más de 50 años.

Al final de la visita encontramos el vivarium, y en diferentes acuarios y terrarios observar los distintos animales que viven en las cuevas, si tienes suerte y puedes verlos, pues hay muy poca luz, para intentar mantener las condiciones de su hábitat natural.

Como poder ver, la falta de luz hace que las fotos salgan bastante mal.

Terminamos pronto la visita y seguimos camino hacia la región de Opatija/Rijeka, donde nos alojaríamos esa noche y la siguiente, ya última del viaje, aun teníamos camino hasta llegar al hotel ubicado en un lugar que me sorprendió gratamente.

Pensaba poner en esta misma entrada lo que vimos el día siguiente y el final del viaje, pero resulta demasiado largo, así que aún queda la quinta entrega, y última, lo prometo.



1 Response
  1. PILARA Says:

    Estupendos los resúmenes. Un viaje de lo más completo y aprovechado.
    My Bien Ángela