Graziela

CAMBIO DE ETAPA

Han sido muchos los años que de un modo u otro he estado vinculada al Centro de Terapias Quidea.

Mi relación comenzó como cliente, cuando Virginia y Javi trabajaban en un pequeño local ubicado en la misma calle que el actual. Muestra relación se estrechó y nos hicimos amigos, y así hemos seguido. Después comencé a colaborar con ellos, dando cursos de reiki, y participando en los talleres y seminarios que allí se organizaban, ampliando mi formación como terapeuta.

Mucho ha llovido desde entonces,  han sido tantas las personas que han pasado por allí, como compañeros, amigos, colaboradores, clientes, etc. que de un modo u otro han dejado su huella y un recuerdo en mí, compartiendo terapias, clases, risas, meditaciones, charlas… Me siento muy agradecida por todo lo aprendido.

Después de un giro inesperado acepté formar parte de la dirección de Quidea y empezamos nueva etapa llenas de ilusiones y proyectos. Aunque a veces las cosas no salen como está previsto,  si bien no fue un camino de rosas, con cada flor se aceptan sus espinas y las experiencias vividas tienen su parte de enseñanza.

En determinado momento,  el desgaste y la carga se hicieron patentes en mí, deje la dirección y he seguido trabajando allí; yo creo que tenía una especie de “enganche” con el Centro y con la gente que pasaba por mi sala, creándose una relación tan cercana que muchas de ellas se han terminado convirtiendo en “clientas-amigas”, como se define una de ellas, ya que además del drenaje, reiki, reflexología o masaje existía un intercambio importante que a mí también me nutría y me ayudaba a seguir creciendo y avanzando.

Me ha costado darme cuenta y no quería reconocer que mi tiempo en Quidea había terminado, que necesitaba cerrar esta larga etapa y abrirme a otros caminos, tener más tiempo para mi y para dedicarme a otras cosas que me gusta, que estoy segura me depararán muchas alegrías, pues con lo que hago solo intento colaborar y aportar mi granito de arena para que la gente se sienta mejor, y me da igual si es dando un masaje con un determinado aceite, tocando los pies, haciendo drenaje o colocando alguna piedra mientras hago reiki; cuidando las plantas o haciendo un dibujo, todo ello con atención plena y procurando dar lo mejor de mí.



Atesoro buenos recuerdos de todos estos años que eclipsan los malos ratos, y mucha gratitud por el tiempo compartido.

Estoy muy agradecida por la fiesta sorpresa, que trajo a mi memoria muchas otras celebradas allí hace tiempo y gracias también por el regalo de despedida, que me hará recordaros siempre que me lo ponga.