EN LOS CAJONES
¡Madre
mía, treinta años! Me parece increíble, y que nos sigamos llevando bastante
bien más increíble todavía, pues hemos compartido mucho en todo este tiempo y
no siempre avanzando en la misma dirección. Es lo que tiene el amor... pensé.
Volví
a envolverlo y lo dejé en su sitio.
Me
llegó el olor del guiso, me levanté rápido y al ver el reloj me di cuenta de que
aún tenía que terminar de hacer las albóndigas.
Fui
incapaz de encontrar mi pela-patatas (cada uno tenemos el nuestro) en el cajón
de la cocina, que más que uno de sastre, es un desastre en sí mismo. Allí
guardo los cubiertos de cocina, utensilios varios, y, en dos cajitas al fondo,
las gomas de las hueveras y espárragos, los corchos, algún cordel, tapones, etc...
Sin darme cuenta empecé a sacar cosas, las iba extendiendo en la encimera:
espátulas, cucharas, tenedores, tijera, cuchillos pequeños, los de untar
mantequilla, el aparato de quitar el corazón a las manzanas, También la cuchara
de la miel, el funderelele, el pelador de tomates, y esa pala de madera
diminuta, como las grandes que usaban en las tiendas de ultramarinos para coger
la legumbre y ahora tienes en algunos para los frutos secos. Era de madera de
olivo y perteneció a mi madre, que le encantaban las cosas pequeñas y como
todas lo sabíamos mi hermana se la trajo de Mallorca, aunque no tuviera
utilidad alguna, pues nunca la vi usarla. Me dio pena tirarla cuando mamá murió,
desde entonces habita en el cajón de mi
cocina, sin utilizarla para nada, es un pequeño recuerdo que me acerca a su
esencia.
Bueno,
ya que tenía todo fuera limpié el fondo, donde inevitablemente se van
acumulando migas, polvo. Tiré algunas cosas y volví a guardar el resto. Puse la
palita al final.
Cuando
escuché que se abría la puerta ya era tarde para preparar patatas o hacer
arroz. .
–Hola
cariño. ¡Qué pronto has llegado hoy!
–
Como siempre. ¿Qué te pasa? Tienes mala cara.
–Nada,
No me encontraba muy bien esta mañana, creía que tenía fiebre… Aunque ya me
siento mejor. Me he liado con tonterías, ordenando el cajón. Así que aún no he
terminado de hacer la comida.
–Pues
si quieres podemos ir a comer al de la esquina, he visto que hoy tienen migas y
huevos con jamón. Hace un día precioso y no había mucha gente en la terraza.
Anda, ponte los zapatos y nos vamos.