Graziela
CRIMEN SIN RESOLVER
Hace tiempo que estoy en la
estantería de libros que nadie mira. Fue
una mujer la última en sostenerme entre sus manos. Sentí el temblor
de los dedos helados en mi cubierta roja. Me hojeaba muy rápido. Se detuvo, puso una marca con palabras escritas en un papel que
me resulta ajeno, muy molesto, y me dejó en mi sitio.
Soy optimista y pensé que volvería
para saber qué pasa con mis tres personajes y como mataron al pianista ciego.
Ella no ha vuelto y nadie más me ha
tocado hasta hoy. Unas manos enormes me
llevaron directamente a caja, sin ojearme.
Dentro de una bolsa me sentí en el paraíso.
Duró poco mi alegría, me revisó hasta que encontró el papel, después me
abandonó en un banco.
Seguro que aquí alguien descubre el
asesino que llevó a cabo un crimen casi perfecto. No pierdo la esperanza.
Graziela
LA HORA DE LOS
MURCIÉLAGOS
Cuando
se empieza a esconder el sol, cuando los pájaros vuelven a sus árboles para
dormir, con gran algarabía, aunque no canten de alegría sino de miedo porque
llega la noche, cuando todo es sombra, es la hora de los murciélagos.
Aparece primero uno, volando en
círculo, batiendo con rapidez sus alas, mostrando su silueta que se recorta en
negro. Después viene otro y se elevan y
bajan de forma inesperada,
entrecruzándose. Su vuelo es como ver las ondas que se crea en el agua al arrojar una piedra,
concentricas, de pequeñas a grandes y luego, otros se suman a la extraña danza.
Me parecía que esa era la hora más
triste del día. Es realmente cuando muere la luz, sin embargo, contemplar el
baile de los murciélagos, como un ritual diario, que surgen precisamente para
alimentarse de de los mosquitos que pululan por el aire buscando sangre dulce,
la ha convertido en un momento agradable que a medida que avanza el verano se
va adelantando en el reloj.
Es curioso, como cambian las cosas según la forma de percibirlas. Por eso me ha parecido un buen título para la mi
próxima novela, aunque todavía no puedo precisar mucho sobre sus personajes o
la trama, pero estoy segura de que una tarde de estas, mientras disfruto del vuelo alocado e irregular de los murciélagos empezaran a tomar forma y cobraran vida.