NADA ES PERFECTO
Tanta felicidad
a veces me daba miedo. Mi mujer
y yo supimos crear nuestro propio paraíso,
ciegos de amor. No vimos ninguna marca
o señal de lo que estaba por venir, no había luces rojas que avisaran de un peligro, todo iba bien y parecía perfecto.
El tiempo se detuvo, con mi temblor ante las palabras del doctor. Nos dejó helados, no se trataba de un espejismo.
Me siento inmensamente afortunado porque ellos están a mi lado; mis mellizos son mi mayor bendición. Ahora somos tres, como siempre soñamos ella y yo, sin embargo, no puedo dejar de ver a su madre en los ojos de Lucía, ni en la sonrisa de Samuel. Y me duele el alma al pensar que para que ellos estén hoy conmigo ella tuvo que dejarnos.
El tiempo se detuvo, con mi temblor ante las palabras del doctor. Nos dejó helados, no se trataba de un espejismo.
Me siento inmensamente afortunado porque ellos están a mi lado; mis mellizos son mi mayor bendición. Ahora somos tres, como siempre soñamos ella y yo, sin embargo, no puedo dejar de ver a su madre en los ojos de Lucía, ni en la sonrisa de Samuel. Y me duele el alma al pensar que para que ellos estén hoy conmigo ella tuvo que dejarnos.
Una alegría que conlleva una carga de tristeza