MI FAMILIA
Cuando era pequeña vivía feliz en mi
casa, todos me querían mucho, me cuidaban y me regalaban montones de cosas. No
recuerdo ni siquiera fijarme en que mis compañeros del colegio tuvieran un
padre y una madre, que les llevaban o esperaban a la salida, en vez de dos
mamás, como yo.
Al nacer mis hermanos todo cambió de
pronto. Dejé de ser la reina de la casa, además, por partida doble. Primero
llegó Mateo: un bebé rubio, gordito y sonrosado, que todos decían que se
parecía mamá, y un poco a mí; se pasaba el día dormido en su cuna. Todavía era
un canijo que tomaba teta cuando nació Lucas: tenía mucho pelo negro, no solo
en la cabeza, parecía un mono con pelo hasta en orejas como un ratoncito. Tenía
unos ojos grandes del mismo color que la
mesa del salón; decían que era muy alto y yo le veía largo y flaco como las
truchas que pescaba el abuelo. Pensé que se lo había dado cambiado a mamá
Edurne, pues no se parecía a ella, ni a nadie de la familia. Con el tiempo se
fue arreglando, o a lo mejor que ahora le quiero más, aunque sigue siendo
peludo.
Todos íbamos al colegio del barrio y como ellos estaban en la misma
clase y eran igual de altos, mis amigos preguntaban si eran mellizos. Yo
explicaba que no, que Mateo era el mayor y que Lucas había nacido después y de
mi otra mamá, aunque creo que no lo entendían bien, pues ponían caras y abrían mucho los ojos, como si estuviera diciéndoles algo
extraño.
Yo iba creciendo y mis hermanos también. Dentro de casa, con la
familia y los amigos todo seguía siendo estupendo, pero fuera no tanto;
sabía que algunas madres del cole nos miraban como si fuéramos animales de otro
país, pues mis compis me lo contaban, así que dejé de explicar que
mi familia no era como las otras y como si fuera cosa de magia, mis hermanos se convirtieron en mellizos
para los demás.
Reconozco que mis hermanos a veces se quejan de no tener un padre como
el de Iñaki, que juega a lo bruto con ellos, aunque yo prefiero seguir como
estoy, con una familia original y divertida. Además, tenemos al tío Marcos que siempre
viene a vernos a la función del colegio.
Y ya no sé que más contar para este trabajo, solo que espero que Alicia,
la profe me pongan una buena nota para que mis mamás estén muy orgullosas de mi.
Con qué naturalidad y sin prejuicios viven los niños las situaciones.
My bien, Ángela