CERCANÍAS
Corrí al andén. No quería perder el tren de cercanías y esperar
otro con parada en San Yago. En el vagón,
un hombre mayor se me quedó mirando, sonrió como si me conociera. Me senté, y
él se acomodó enfrente. Encontrarme con sus ojos al levantar la vista del libro me inquietaba.
En el apeadero solo bajamos los dos. Caminé escuchando sus pisadas
detrás. Apresuré el paso. Llegué a casa y mamá me esperaba con la cena. Sonó el
timbre. Abrí la puerta. Era él.
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Hola. Inés ¿verdad? Eres idéntica a tu madre cuando la conocí.
¡Sorpresa! Un micro con un final que deja una puerta abierta a mil posibilidades. My Bien, Ángela.