UNA COPA
Descorchó la botella y se sirvió la primera copa de frustración, luego llegó la del abatimiento, con la que además se sintió incomprendido. Le siguieron las de la rabia, el fracaso y la culpa, tras la que supo que no valía la pena maltratarse más, pero aún así siguió bebiendo, y notando como la ansiedad y la sensación de asco se iban apaciguando con cada sorbo, pensaba más despacio y todo era confuso. Apuró el final de la botella de vino y se bebió de un trago la escasa autoestima que le quedaba, con una gran dosis de auto-compasión, al fin y a la postre dormiría todo la noche de un tirón, y aunque mañana se sintiera como un trapo, y se prometiera no volver a probarlo, en la soledad de la noche descorcharía una nueva botella y volvería a empezar la letanía con una primera copa.
Así nace un clochard. Beber para olvidar recordar quién eres. Muy bueno.
Terrible círculo, sin amor y sin esperanza, muy bien, secre.