Graziela

III- MI PERRO.

Era un cachorro dócil, alegre, juguetón y travieso. Cuando estaba solo se dedicaba a hacer diabluras hasta que acabo con la paciencia de su ama. Así, de rebote llegó a casa. Era tan rico y bonito que nos encariñamos con él.
Los fines de semana mi marido le llevaba a cazar, que es lo que más le gustaba hacer, y como era tan buen cazador un amigo se empeño en comprarlo y lo vendimos; lo malo es que él le alimentaba, le paseaba y cuando iban al monte el perro cazaba con mi marido, hasta que su nuevo amo se hartó y nos lo devolvió.
Así se convirtió en mi perro. Era un animal encantador, paciente y bien educado. Yo no necesitaba volverme para saber que él estaba detrás, observándome y con solo mirarle intuía qué le pasaba.
Nos acompañó y alegró el resto de su vida, hasta que estaba tan mal que no podía andar y tuvimos que dormirle. Aquel día perdí parte de mi sombra.


Microrrelato publicado en el Cuaderno Literario nº 3 de Tirarse al Folio, "Cuentos de Invierno entre la nieve y el fugo", que aparece como III de Vivencias.

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5 Responses
  1. Juan Says:

    El perro no puede ser más bonito. Yo también me hubiese encariñado con él. El relato resulta ameno y me gusta el final.


  2. Javier Says:

    ¡Que duro es perder lo que se ama!
    Y que gratificante sentirlo vivo en el recuerdo casi como cuando formó parte de nuestra vida. ¡Bonito recuerdo!
    Javier


  3. PILARA Says:

    Un buen perro y una buena evocación.
    Todos en la familia lo perdimos. El señor Zoom, le llamaba mi marido, y se merecía el título.


  4. Cruz Says:

    ¿Ya te dije que tus vivencias me gustaron todas?


  5. Anónimo Says:

    Precioso, que bonito tener en el recuerdo al amigo fiel que nos acompañó durante un periodo de tiempo, siempre perdemos algo en el camino pero el recuerdo siempre queda.
    NINES