III- MI PERRO.
Era un cachorro dócil, alegre, juguetón y travieso. Cuando estaba solo se dedicaba a hacer diabluras hasta que acabo con la paciencia de su ama. Así, de rebote llegó a casa. Era tan rico y bonito que nos encariñamos con él.
Los fines de semana mi marido le llevaba a cazar, que es lo que más le gustaba hacer, y como era tan buen cazador un amigo se empeño en comprarlo y lo vendimos; lo malo es que él le alimentaba, le paseaba y cuando iban al monte el perro cazaba con mi marido, hasta que su nuevo amo se hartó y nos lo devolvió.
Así se convirtió en mi perro. Era un animal encantador, paciente y bien educado. Yo no necesitaba volverme para saber que él estaba detrás, observándome y con solo mirarle intuía qué le pasaba.
Nos acompañó y alegró el resto de su vida, hasta que estaba tan mal que no podía andar y tuvimos que dormirle. Aquel día perdí parte de mi sombra.
Era un cachorro dócil, alegre, juguetón y travieso. Cuando estaba solo se dedicaba a hacer diabluras hasta que acabo con la paciencia de su ama. Así, de rebote llegó a casa. Era tan rico y bonito que nos encariñamos con él.
Los fines de semana mi marido le llevaba a cazar, que es lo que más le gustaba hacer, y como era tan buen cazador un amigo se empeño en comprarlo y lo vendimos; lo malo es que él le alimentaba, le paseaba y cuando iban al monte el perro cazaba con mi marido, hasta que su nuevo amo se hartó y nos lo devolvió.
Así se convirtió en mi perro. Era un animal encantador, paciente y bien educado. Yo no necesitaba volverme para saber que él estaba detrás, observándome y con solo mirarle intuía qué le pasaba.
Nos acompañó y alegró el resto de su vida, hasta que estaba tan mal que no podía andar y tuvimos que dormirle. Aquel día perdí parte de mi sombra.
Microrrelato publicado en el Cuaderno Literario nº 3 de Tirarse al Folio, "Cuentos de Invierno entre la nieve y el fugo", que aparece como III de Vivencias.
El perro no puede ser más bonito. Yo también me hubiese encariñado con él. El relato resulta ameno y me gusta el final.
¡Que duro es perder lo que se ama!
Y que gratificante sentirlo vivo en el recuerdo casi como cuando formó parte de nuestra vida. ¡Bonito recuerdo!
Javier
Un buen perro y una buena evocación.
Todos en la familia lo perdimos. El señor Zoom, le llamaba mi marido, y se merecía el título.
¿Ya te dije que tus vivencias me gustaron todas?
Precioso, que bonito tener en el recuerdo al amigo fiel que nos acompañó durante un periodo de tiempo, siempre perdemos algo en el camino pero el recuerdo siempre queda.
NINES