Era una fecha especial y he querido empezar el día y celebrarlo de forma diferente. Un buen desayuno, con chocolate a la española y crujientes porras. Primero poner mis sabanas preferidas y estrenar la colcha nueva, para pasar después a prepararla bañera.
Hace
más de un año que no disfruto del mar, pues por las circunstancias que todos
conocemos no hemos salido de vacaciones, y lo echo de menos, así que he
intentado recrearlo. Con un agua bien caliente, que me encanta, aunque sé que
no es muy sano y me baja la tensión, y un kilo de sal marina. De fondo, he
buscado en el móvil el sonido del mar. Con el suave oleaje me ha parecido notar
el aroma a mar, he sentido el sabor salado en la boca. Durante un buen rato he
dejado que agua me limpiara por dentro y por fuera, que se liberara mi mente
con la relajación, pasando de largo los pensamientos que últimamente me asaltan
con frecuencia y la preocupación…
Al
salir me sentía ligera y renovada, dispuesta a dar un paseo por el parque
otoñal para airearme, aunque el día gris no invitaba a salir, en la calle hacía
templanza y ha sido agradable.
Un
día estupendo, al alcance de cualquiera,
solo hay que querer disfrutar.
Muy buena idea, con imaginación se puede ir a cualquier parte, incluso al mar.
My bien, Ángela.