Marta sabía que se encontraban en la recta final de una larga carrera que comenzó hacía dos años, por eso la espera se le hacía insoportable. Al ver que terminaba el año se sentía más decepcionada y triste. Sólo le quedaba la angustia de no recibir noticias, que trataba de disimular redecorando con motivos infantiles el que había sido su despacho.
Imaginaba que la festividad de los reyes magos tendría un sentido diferente para ellos cuando por fin su deseo se hiciera realidad, sin embargo, el momento no llegaba. Estaba resignada cuando el cinco de enero, a media mañana, el cartero le trajo un certificado. Apresuradamente firmó en el libro de registro y con la carta en sus manos cerró la puerta. Apretó el sobre contra su pecho y respiró profundamente para tranquilizarse. Rasgó el papel con dedos temblorosos, y una pequeña fotografía cayó al suelo. En la carta aparecía el nombre de la pequeña, una dirección y las instrucciones para ir a recogerla. Era el mejor regalo que había recibido jamás. En vez de coger el teléfono y llamar a su marido, puso la pequeña foto en un marco y la colocó bajo el abeto, segura de que le haría más ilusión que cualquier otra cosa.
Muy bonito, crea un misterio que no se sabe por dónde va a ir. Pero al final llega a buen puerto. Buen comienzo de año.
Javier
Qué bonito Graziela. Precioso y muy bien integrado en estas fechas. Besos.
Estupendo regalo, el de Marta y su marido, y el tuyo con este cuento tan tierno.