JUEGO DE LLAVES
Sabia que era la última vez que utilizaba esa llave. La giró dos veces dejando la casa bien cerrada. Dentro quedaron atrapados para siempre los recuerdos de su infancia; las discusiones de sus padres, las risas de sus hermanas y los ladridos del perro; las noches de estudio, el ruido de sus tacones retumbando en el suelo; el portazo del abandono y las cenas silenciosas, las lágrimas y los gemidos ahogados de mamá que dieron paso al gris olvido, al hielo de muerte.
Dentro de poco, esa misma llave, junto con la del portal y el buzón pasarían a otras manos y los recuerdos encerrados serían liberados para siempre, ¿o tal vez no?
Cerrar puertas siempre es duro.
My bien, Ángela.
Un gesto sencillo pero muy difícil unas veces lo hacemos de forma voluntaria y puede ser una liberación. Otras veces es de forma impuesta y puede acarrear mucho dolor. Bien.
Javier