No se trataba de dinero o joyas, ni de tierras: era una gata. Acababa de morir mi madre y mis hermanas decidieron que fuera yo quien la heredera y, como le tenía cariño, no me importó. El minino con frecuencia se escapaba de su casa y subía el par de pisos que la separaban de la mía para rascar la puerta y maullar hasta que le abríamos y entraba acurrucándose en mí sofá. Ella no sabía que aquella vez se mudaba definitivamente y que a partir de entonces, nadie le abriría la puerta de su casa al volver de sus escapadas, ni tendría que bajar conmigo en el ascensor para dormir toda la noche a los pies de la cama de su anciana dueña.
Durante meses, cuando conseguía fugarse, corría escaleras abajo parando en el quicio, hasta que se dio cuenta de que ella ya no estaba esperándola con el regazo acogedor, para acariciarle suavemente durante horas y se rindió a la evidencia
Microrrelato publicado en el Cuaderno Literario nº 3 de Tirarse al Folio, "Cuentos de Invierno entre la nieve y el fugo", que aparece como VII de Vivencias.
¡Que bonita! Hay tanta nobleza en los ojos de un animal. Me imagino el cariño que la tienes . ya conocía el relato pero es conmovedor.
Javier
Graziela, las vivencias de tu cuadernillo son todas buenísimas, simples, tiernas, conmovedoras. Me gustó esta gata la primera vez, y me ha gustado el reencuentro.Dános algún cortito más de los que tú sabes,guapa.
Los relatos cortitos te hacen brillar de forma especial. Esta gatita, resignada a su destino en tus manos, es una metáfora de nuestras propias vidas. ¿En manos de quién estaremos? ¿Quién será quien nos abre la puerta cuando rascamos en ella? Difícil respuesta, que a mi cada vez me inquieta más, sobre todo al ver la velocidad con la que corre el calendario.
CUANDO QUIERES SABES CONDENSAR ESTUPENDAMENTE. SE NOTA QUE EL TEXTO ES AUTÉNTICO, AQUÍ NO CABE FICCIÓN y TRASCIENDE LA UTENTICIDAD. MUY REAL Y MUY BONITO.
BIENVENIDA, COCO.